Nació en Lisboa (Portugal) a finales del siglo XII, Primero
formó parte de los canónigos regulares de san Agustín, y poco
después de su ordenación sacerdotal ingresó en la Orden de
los frailes Menores, con la intención de dedicarse a propagar
la fe cristiana en África. Sin embargo, fue en Francia y en
Italia donde ejerció con gran provecho sus dotes de predica-
dor, convirtiendo a muchos herejes. Fue el primero que en-
señó teología en su Orden. Escribió varios sermones llenos
de doctrina y de unción. Murió en Padua el año 1231.
Daniel +
1972-2001
INVITATORIO
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Ant El Señor es bueno, bendecid su nombre.
HIMNO
Te doy gracias, Señor,
¡Tanto estabas enojado conmigo!
Tú eres un Dios de amor,
y ahora soy tu amigo,
te busco a cada instante y te persigo.
Eres tú mi consuelo,
tú eres el Dios que salva y da la vida;
eres todo el anhelo
de esta alma que va herida,
ansiándote sin tasa ni medida.
En mi tierra desierta,
tú de la salvación eres la fuente;
eres el agua eterna
que se vuelve torrente,
y el corazón arraza dulcemente.
¡Quiero escuchar tu canto!
¡Que tu palabra abrace mi basura
con alegría y llanto!
¡Que mi vida futura
espejo sea sin fin de tu hermosura! Amén.
SALMODIA
Ant. 1 Un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias, Señor.
- Salmo 50 -
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias, Señor.
Ant. 2 En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Cántico
Ha. 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído Tu fama,
me ha impresionado Tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas,
las viñas no tienen frutos,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi Salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Ant. 3 Glorifica al Señor, Jerusalén+
- Salmo 147 -
Glorifica al Señor, Jerusalén;
+
alaba a tu Dios Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de Ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
té sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Glorifica al Señor, Jerusalén
LECTURA BREVE
Ef 2, 13-16
Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre
de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos.
Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos,
judíos y gentiles, una sola cosa, derribando con su
cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él ha abo-
lido la ley con sus mandamientos y reglas, haciendo
las paces, para crear en él un solo hombre nuevo.
Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en
un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte en
él al odio.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Antonio de Padua, presbítero.
El que está lleno del Espíritu Santo habla diversas
leguas. Estas diversas lenguas son los diversos testimo-
nios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la
pobreza, la paciencia y la obediencia, que son las palabras
con que hablamos cuando los demás pueden verlas refle-
jadas en nuestra conducta. La palabra tiene fuerzas cuan-
do va aconpañada de las obras. Cesen, por favor, las
palabras y sean las obras quienes hablen. Estamos reple-
tos de palabras, pero vacíos de obras, y por eso el Señor
nos maldice como maldijo aquella higuera en la que no
halló fruto, sino hojas tan sólo. "La norma del predicador
--dice san Gregorio-- es poner por obra lo que predica."
En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana el
que la contradice con sus obras.
Pero los apóstoles hablaban según les hacía expresarse
el Espíritu Santo. ¡Dichoso el que habla según le hace
expresarse el Espíritu Santo y no según su propio sentir!
Porque hay algunos que hablan movidos por su propio
espíritu, roban las palabras de los demás y las proponen
como suyas, atrubuyéndolas a sí mismos. De estos tales y
de otros semejantes dice el Señor por boca de Jeremías:
Aquí estoy yo contra los profetas que se roban mis pa-
labras uno a otro. Aquí estoy yo contra los profetas
--oráculo de Señor-- que manejan la lengua para echar
oráculos. Aquí estoy yo contra los profetas de sueños
falsos --oráculo del Señor--, que lo cuentan para ex-
traviar a mi pueblo, ocn sus embustes y jactancias. Yo
no los mandé ni los envié, por eso son inútiles a mi pue-
blo --oráculo del Señor--.
Hablemos, pues, según nos haga expresarnos el Espí-
ritu Santo, pidiéndole con humildad y devoción que in-
funda en nosotros su gracia, para que completemos el
significado quincuagenario del día de Pentecostés, me-
diante el perfeccionamiento de nuestros cinco sentidos y
la observancia de los diez mandamientos, y para que nos
llenemos de la ráfaga de vientos de la contrición, de ma-
nera que, encendidos e iluminados por los sagrados es-
plendores, podamos llegar a la contemplación el Dios
uno y trino.
RESPONSORIO BREVE
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. El Dios que hace tanto por mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto.
Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto.
PRECES.
Dios todopoderoso y eterno, que diste a tu pueblo un
predicador insigne del Evangelio en san Antonio de Pa-
dua, y un intercesor eficaz que lo asistiera en sus difi-
cultades, concédenos, por su intercesion, que seamos fie-
les las enseñanzas del Evangelio y que contemos con tu
ayuda en todas las adversidades. Por nuestro Señor Jesu-
cristo, tu Hijo.
CONCLUSIÓN.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.
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