2 de noviembre
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO
Si morir no es despertar,
si es simplemente morir,
¿para qué, muerte, vivir?,
¿para qué, muerte, empezar
esta angustia, este llorar?
Más, si eres umbral y puerta
del misterio, si honda y cierta
aseguras mi esperanza,
¡qué cima de luz se alcanza
viviendo una vida muerta! Amén.
SALMODIA
Ant. 1 El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma.
- Salmo 120 -
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme,
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma.
Ant. 2 Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién
podrá resistir?
- Salmo 129 -
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela a la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién
podrá resistir?
Ant. 3 Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y
les da nueva vida, así también el Hijo da vida a los que
quiere.
Cántico
Flp. 2, 6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se anonadó así mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre";
de modo que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y
les da nueva vida, así también el Hijo da vida a los que
quiere.
LECTURA BREVE
1Co 15, 55-57
¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muer-
te, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado,
y la fuerza del pecado es la ley. ¡Demos gracias a
Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesu-
Cristo!
RESPONSORIO BREVE
V. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado.
R. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado.
V. Tu misericordia es mi gozo y mi alegría.
R. No quede yo nunca defraudado.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Todos los que el Padre me ha entregado vendrán a mí,
y al que venga a mí no lo echaré fuera.
Cántico de la Santísima Virgen María
Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
--como lo había prometido a nuestros padres--
en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todos los que el Padre me ha entregado vendrán a mí,
y al que venga a mí no lo echaré fuera.
PRECES.
Escucha, Señor, nuestras súplicas y haz que, al pro-
clamar nuestra fe en la resurrección de tu Hijo, se
avive también nuestra esperanza en la resurrección
de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo.
CONCLUSIÓN.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.
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