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Vísperas
CONMEMORACIÓN
DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS.

2 de noviembre

Daniel +
1972-2001

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Si morir no es despertar,
si es simplemente morir,
¿para qué, muerte, vivir?,
¿para qué, muerte, empezar
esta angustia, este llorar?

Más, si eres umbral y puerta
del misterio, si honda y cierta
aseguras mi esperanza,
¡qué cima de luz se alcanza
viviendo una vida muerta! Amén.

SALMODIA

Ant. 1 El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma.

- Salmo 120 -

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme,
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma.

Ant. 2 Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién
podrá resistir?

- Salmo 129 -

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela a la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién
podrá resistir?

Ant. 3 Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y
les da nueva vida, así también el Hijo da vida a los que
quiere.

Cántico
Flp. 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se anonadó así mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre";
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y
les da nueva vida, así también el Hijo da vida a los que
quiere.

LECTURA BREVE

1Co 15, 55-57

¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muer-
te, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado,
y la fuerza del pecado es la ley. ¡Demos gracias a
Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesu-
Cristo!

RESPONSORIO BREVE

V. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado.
R. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado.

V. Tu misericordia es mi gozo y mi alegría.
R. No quede yo nunca defraudado.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Todos los que el Padre me ha entregado vendrán a mí,
y al que venga a mí no lo echaré fuera.

Cántico de la Santísima Virgen María
Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
--como lo había prometido a nuestros padres--
en favor de Abraham y su descendencia
por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Todos los que el Padre me ha entregado vendrán a mí,
y al que venga a mí no lo echaré fuera.

PRECES.

Oremos al Señor Jesús, que transformará nuestro
cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el suyo, y di-
gámosle:

Dueño de la vida y de la muerte, escúchanos.

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que resucitaste
de entre los muertos a tu amigo Lázaro,
lleva a una resurrección de vida a los difuntos
que rescataste con tu sangre preciosa.

Señor Jesucristo, consolador de los afligidos, que
ante el dolor de los que lloraban la muerte de Lá-
zaro, del joven Naím y de la hija de Jairo acu-
diste compasivo a enjugar sus lágrimas,
consuela también ahora a los que lloran la muerte
de sus seres queridos.

Señor Jesucristo, siempre vivo para interceder por
nosotros y por todos los hombres,
enséñanos a ofrecer el sacrificio de alabanza por
los difuntos, para que sean absueltos de sus pe-
cados.

Cristo salvador, destruye en nuestro cuerpo mortal
el dominio del pecado por el que merecimos la
muerte,
para que obtengamos, como don de Dios, la vida
eterna.

Cristo redentor, mira benignamente a aquellos que,
al no conocerte, viven sin esperanza,
para que crean también ellos en la resurrección
y en la vida del mundo futuro.

Se pueden añadir algunas intenciones libres
peticiones

Tú, Señor, que has dispuesto que nuestra casa te-
rrena sea destruida,
concédenos una morada eterna en los cielos.

Porque deseamos que la luz de Cristo ilumine a los
vivos y a los muertos, pidamos al Padre que llegue a
todos su reino:

Padre Nuestro ........

ORACIÓN.

Escucha, Señor, nuestras súplicas y haz que, al pro-
clamar nuestra fe en la resurrección de tu Hijo, se
avive también nuestra esperanza en la resurrección
de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

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