IV Semana
Daniel +
1972-2001
INVITATORIO
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Ant Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor
con alegría.
HIMNO
Pues busco, debo encontrar;
pues llamo, débenme abrir;
pues pido, me deben dar;
pues amo, débeme amar
aquel que me hizo vivir.
¿Calla? Un día me hablará.
¿Pasa? No lejos irá.
¿Me pone a prueba? Soy fiel.
¿Pasa? No lejos irá:
pues tiene alas mi alma, y va
volando tras de él.
Es poderoso, mas no
podrá mi amor esquivar;
invisible se volvió,
mas ojos de lince yo
tengo y le habré de mirar.
Alma, sigue hasta el final
en pos de Bien de los bienes,
y consuélate en tu mal
pensando con fe total:
¿Le buscas? ¡Es que lo tienes! Amén.
SALMODIA
Ant. 1 Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus
beneficios.
- Salmo 102 -
--I--
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura;
él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila se renueva tu juventud.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus
beneficios.
Ant. 2 Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles.
--II--
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él sabe de qué estamos hechos,
se acuerda de que somos barro.
Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles.
Ant. 3 Bendecid al Señor, todas sus obras.
--III--
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.
Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.
Bendice, alma mía, al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 Bendecid al Señor, todas sus obras.
VERSÍCULO
V. Ábreme los ojos, Señor.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
PRIMERA LECTURA
11, lb-11
Esto dice el Señor:
«Cuando Israel era un niño yo lo amé. Yo desde Egip-
to llamé a mi hijo. Pero cuanto más lo llamaba, más se
alejaba él de mí: sacrificaba a los Baales, ofrecía incien-
so a los ídolos. Yo enseñé a andar a Efraím, lo alzaba en
brazos, pero él no comprendía que yo cuidaba de él.
Con cuerdas humanas, con lazos de amor lo atraía; era
para él como quien levanta a un niño contra su mejilla,
y me inclinaba para darle de comer.
Pero se volverá a Egipto, Asur será su rey, porque no
quiso convertirse. Llegará la espada contra sus ciudades
y devorará sus puertas y las consumirá a causa de sus
planes.
Mi pueblo está perturbado por su apostasía, llaman
a Baal y no los ayuda. Pero ¿cómo podré entregarte,
Efraím? ¿Cómo abandonarte, Israel? ¿Podré convertirte
como a Admá, hacerte semejante a Seboím? Se me estre-
mece el corazón dentro de mí, se me conmueven las en-
trañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a
destruir a Efraím, pues soy Dios y no hombre, soy el
Santo en medio de ti y no enemigo a la puerta.
Irán detrás del Señor, él rugirá como un león; rugirá
y acudirán sus hijos desde occidente, vendrán desde Egip-
to como pájaros, de Asiria acudirán como palomas, y yo
los haré habitar en sus casas —lo dice el Señor—.»
Responsorio
R. Sé me estremece el corazón dentro de mí, se me
conmueven las entrañas. * No cederé al ardor de mi
cólera, pues soy Dios y no hombre.
V. Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi
misericordia.
R. No cederé al ardor de mi cólera, pues soy Dios y no
hombre.
SEGUNDA LECTURA
Del Sermón de san Agustín, obispo, Sobre los pastores
Ya hemos explicado lo que significa beber la leche,
veamos ahora lo que quiere decir cubrirse con la lana.
Quien ofrece leche ofrece alimento, quien ofrece lana
ofrece honores. Y son precisamente estas dos cosas las
que desean del pueblo aquellos que se apacientan a sí
mismos y no a las ovejas. Buscan el dinero con que re-
mediar sus necesidades y la aureola del honor con que
cubrirse de alabanzas.
En efecto, por medio de la imagen del vestido queda
bien significado el honor, pues el vestido sirve para cu-
brir la desnudez. Y como todo hombre es débil y está
desnudo, también son débiles y están desnudos vuestros
pastores. ¿Quiénes son, en realidad, los que os presiden,
sino hombres semejantes a vosotros? Como vosotros es-
tán revestidos de carne, como vosotros son mortales,
como vosotros comen, duermen, se levantan del sue-
ño; como vosotros nacieron y como vosotros morirán.
Si/pues, piensas un poco en lo que son de sí mismos
los pastores, verás que son simplemente hombres. Si,
pues, les das un honor superior al que corresponde a
un hombre es como si cubrieras su desnudez.
Ved sino cómo Pablo considera el honor que recibió
del pueblo santo de Dios como si fuera un vestido de
esta índole, cuando dice: Me recibisteis como a un en-
viado dé Dios. Porque puedo aseguraros que, de haberos
sido posible, los ojos mismos os habríais arrancado para
dármelos. Pero a pesar de ser tan grande el honor que
de ellos había recibido, ¿acaso para que no menguara
este honor o disminuyeran sus alabanzas, dejó de repren-
derlos cuando se apartaron del buen camino? Si hubiera
obrado de esta forma, también hubiera sido de aquellos
pastores que se apacientan a sí mismos, no a las ovejas.
En este caso se hubiera dicho a sí mismo: «¿Qué me im-
porta a mí esto? Que cada cual obre según le plazca.
Mi vida y mi sustento están a salvo, mi honor no peli-
gra; tengo leche y tengo lana; esto me es suficiente. Que
cada cual se arregle como pueda.» ¿Puedes decir que lo
tienes ya todo si cada cual debe arreglarse como pueda?
En este caso no puedo yo hacerte obispo y te admitiré
solamente como uno del pueblo: Cuando un miembro
sufre, todos sufren con él.
Por tanto, el Apóstol, después de haber recordado
cómo se comportaron con él, para que no pareciera que
ya se había olvidado del honor que recibió, da testimo-
nio de que lo habían recibido como a un enviado de Dios,
y que, de haberles sido posible, se hubieran arrancado
los mismos ojos para dárselos. Pero, a pesar de ello, no
deja de acercarse a la oveja enferma y corrompida,
no deja de limpiar sus heridas, no rehusa curar su po-
dredumbre. Así que —dice—, ¿me he convertido en ene-
migo vuestro por deciros la verdad? He aquí, pues, que
bebió de la leche de las ovejas como hemos recordado
más arriba, y se vistió con su lana, pero ello sin des-
cuidar el bien de las ovejas. No buscaba, en efecto, sus
intereses personales, sino los de Cristo Jesús.
Responsorio
R. ¿Te han puesto a presidir? No presumas, * sé entre
los demás como uno de ellos y atiéndelos.
V. Si alguno quiere ser el primero, sea el último de
todos y el servidor de todos.
R. Sé entre los demás como uno de ellos y atiéndelos.
ORACIÓN.
Oremos:
Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas,
vuelve a nosotros tus ojos de bondad y haz que te sirva-
mos con todo el corazón, para que experimentemos los
efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo.
CONCLUSIÓN.
V. Bendigamos al Señor.
R, Demos gracias a Dios.
Esta página fue digitalizada por
El Equipo de oficiodivino.com
oficiodivino@hotmail.com
En Twitter: @oficiodivinomx
En YouTube: oficiodivino
Si deseas ayudarnos:
[Tu ayuda]
2023
[Inicio]