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Oficio de lectura
Martes XXV Ordinario

I Semana

Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Al Señor, al gran Rey, venid, adorémosle.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

Alabemos a Dios que en su Palabra,
nos revela el designio salvador,
y digamos en súplica confiada:
"Renuévame por dentro, mi Señor."

No cerremos el alma su llamada
ni dejemos que arraigue el desamor;
aunque dura es la lucha, su palabra
será bálsamo suave en el dolor.

Caminemos los días de esta vida
como tiempo de Dios y de oración;
él es fiel a la alianza prometida:
"Si eres mi pueblo, yo seré tu Dios."

Tú dijiste, Jesús, que eras camino
para llegar al Padre sin temor;
concédenos la gracia de tu Espíritu
que nos lleve al encuentro del Señor. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 El Señór hará justicia a los pobres.

- Salmo 9B -
--I--

¿Por qué te quedas lejos, Señor,
y te escondes en el momento del aprieto?
La soberbia del impío oprime al infeliz
y lo enreda en las intrigas que ha tramado.

El malvado se gloría de su ambición,
el codicioso blasfema y desprecia al Señor.
El malvado dice con insolencia:
"No hay Dios que me pida cuentas."

La intriga vicia siempre su conducta,
aleja de su mente tus juicios
y desafía a sus rivales.
Piensa: "No vacilaré,
nunca jamás seré desgraciado."

Su boca está llena de maldiciones,
de engaños y fraudes,
su lengua encubre maldad y opresión;
en el zaguán se sienta al acecho
para matar a escondidas al inocente.

Sus ojos espían al pobre;
acecha en su escondrijo como león en su guarida,
acecha al desgraciado para robarle,
arrastrandolo a sus redes;

se agacha y se encoge
y con violencia cae sobre el indefenso.
Piensa: "Dios lo olvida,
se tapa la cara para no enterarse."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 El Señór hará justicia a los pobres.

Ant. 2 Tú, Señor, ves las penas y los trabajos.

--II--

Levántate, Señor, extiende tu mano,
no te olvides de los humildes;
¿por qué ha de despreciar a Dios el malvado,
pensando que no le pedirá cuentas?

Pero tú ves las penas y los trabajos,
tú miras y los tomas en tus manos.
A ti se encomienda el pobre,
tú socorres al huérfano.

Rómpele el brazo al malvado,
pídele cuentas de su maldad, y que desaparezca.
El Señor reinará eternamente
y los gentiles desaparecerán de su tierra.

Señor, tú escuchas los deseos de los humildes,
les prestas oído y los animas;
tú defiendes al huérfano y al desvalido:
que el hombre hecho de tierra
no vuelva a sembrar su terror.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Tú, Señor, ves las penas y los trabajos.

Ant. 3 Las palabras del Señor son palabras sinceras,
como plata refinada siete veces.

- Salmo 11 -

Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
que desaparece la lealtad entre los hombres:
no hacen más que mentir a su prójimo,
hablan con labios embusteros
y con doblés de corazón.

Extirpe el Señor los labios embusteros
y la lengua orgullosa
de los que dicen: "La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién será nuestro amo?"

El Señor responde: "Por la opresión del humilde,
por el gemido del pobre, yo me levantaré,
y pondré a salvo al que lo ansía."

Las palabras del Señor son palabras sinceras,
como plata limpia de escoria,
refinada siete veces.

Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás para siempre de esa gente:
de los malvados que merodean
para chupar como sanguijuelas sangre humana.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Las palabras del Señor son palabras sinceras,
como plata refinada siete veces.

VERSÍCULO

V. El Señor hace caminar a lo humildes con rectitud.
R. Enseña su camino a los humildes.

PRIMERA LECTURA

Del libro de Tobías
3, 7-25

Aquel mismo día, Sara, la hija de Ragüel, el de Ecba-
tana de Media, tuvo que soportar también los insultos de
una criada de su padre; porque Sara se había casado
siete veces, pero el maldito demonio Asmodeo fue matan-
do a todos los maridos cuando iban a unirse a ella como
es natural. La criada le dijo:

«Eres tú la que matas a tus maridos. Te han casado
ya con siete y no llevas el apellido ni siquiera de uno.
Porque ellos hayan muerto, ¿a qué nos castigas por su
culpa? ¡Vete con ellos! ¡Que no veamos nunca ni un hijo
ni una hija tuya!»

Entonces, Sara, profundamente afligida, se echó a llo-
rar y subió al piso de arriba de la casa, con intención de
ahorcarse. Pero lo pensó otra vez, y se dijo:

«¡Van a echárselo en cara a mi padre! Le dirán que la
única hija que tenía, tan querida, se ahorcó al verse he-
cha una desgraciada. Y mandaré a la tumba a mi anciano
padre de puro dolor. Será mejor no ahorcarme, sino pe-
dir al Señor la muerte, y así ya no tendré que oír más
insultos.»

Extendió las manos hacia la ventana y rezó:

«Bendito eres, Dios misericordioso. Bendito tu nom-
bre por los siglos. Que te bendigan todas tus obras por
los siglos. Hacia ti levanto ahora mi rostro y mis ojos.
Manda que yo desaparezca de la tierra para no oír más
insultos. Tú sabes, Señor, que me conservo limpia de todo
pecado con varón, conservo limpio mi nombre y el de mi
padre en el destierro. Soy hija única; mi padre no tiene
otro hijo que pueda heredarlo, ni pariente próximo, o de
la familia, con quien poder casarme. Ya se me han muer-
to siete, ¿para qué vivir más? Si no quieres matarme, Se-
ñor, escucha cómo me insultan.»

En el mismo momento, el Dios de la gloria escuchó
la oración de los dos, y envió a Rafael para curarlos:
a Tobit, limpiándole la vista, para que pudiera ver la luz
de Dios; y a Sara, la de Ragüel, dándola como esposa a
Tobías, hijo de Tobit, y librándola del maldito demonio
Asmodeo (pues Tobías tenía más derecho a casarse con
ella que todos los pretendientes).

En el mismo momento, Tobit pasaba del patio a casa,
y Sara, la de Ragüel, bajaba del piso de arriba.

Responsorio

R. Bendito sea tu nombre, oh Dios, que después de tu
enojo usas de misericordia, * y en el tiempo de la tri-
bulación perdonas los pecados a los que te invocan.

V. Tú no te deleitas en nuestra perdición; puesto que
después de la tempestad das la bonanza, tras las lá-
grimas infundes el júbilo.

R. Y en el tiempo de la tribulación perdonas los pecados
a los que te invocan.

SEGUNDA LECTURA

Del Sermón de san Agustín, obispo, Sobre los pastores

Mis ovejas se desperdigaron y vagaron sin rumbo por
los montes y collados; mis ovejas se dispersaron por toda
la tierra. ¿Qué significa: Se dispersaron por toda la tie-
rra? Quiere decir que, buscando los bienes del mundo,
apetecen la gloria terrena; esto es lo que aman, esto lo
que desean. No quieren morir para que su vida quede
oculta en Cristo. Se dispersaron por toda la tierra, a cau-
sa del amor de los bienes del mundo y porque son, en
verdad, ovejas desperdigadas y sin rumbo por toda la
tierra. Viven en diversos lugares; una única madre, la so-
berbia, las engendró a todas, al igual que una sola madre,
nuestra Iglesia católica, ha dado también a luz a todos
los fieles cristianos esparcidos por todo el orbe.

Nada tiene de extraño que la soberbia engendre di-
visiones y el amor unidad. Nuestra madre, la Iglesia ca-
tólica, y el pastor que en ella mora van buscando por
todas partes a las ovejas descarriadas y perdidas, forta-
lecen a las débiles, curan a las enfermas, vendan a las
heridas por medio de diversos pastores, los cuales, aun-
que se desconozcan mutuamente, son de la Iglesia, pues
ella con todos está identificada.

De esta forma la Iglesia crece como una vid y se ex-
tiende por toda la tierra; los malos pastores, en cambio,
son como sarmientos inútiles que, a causa de su esterili-
dad, han sido cortados por la podadera'del agricultor, no
para destruir la vid, sino para que ésta continúe existien-
do. Aquellos sarmientos, pues, han quedado en el mismo
lugar donde cayeron al ser cortados; la vid, en cambio,
extendiéndose entre todos los pueblos, reconoce como
propios los sarmientos que en ella permanecieron, y con-
sidera como cercanos a sí aquellos otros que le fueron
cortados.

La razón por la cual se preocupa de los sarmientos
cortados, como si se tratara de algo que le debe pertene-
cer de nuevo, es aquello que afirma el Apóstol: Poderoso
es Dios para injertarlos de nuevo. Llámense, pues, ovejas
descarriadas del rebaño, llámense sarmientos cortados de
la vid, Dios, el pastor supremo y verdadero agricultor, es
poderoso tanto para hacer volver a la Oveja al buen cami-
no, como para injertar el sarmiento desgajado. Mis ove-
jas se dispersaron por toda la tierra, sin que nadie las
cuidase y saliese en su busca; ninguno, en efecto, de entre
aquellos malos pastores fue tras ellas; ningún hombre
salió en su busca.

Por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor: ¡Lo
juro por mi vida! -^Oráculo del Señor-^-. Fíjate cómo em-
pieza. Es como si se tratara de un juramento que hace el
mismo Dios, poniendo a su propia vida como testigo:
¡Lo juro por mi vida! —Oráculo del Señor—. ¿Y quiénes
son los pastores que han muerto? Aquellos que buscaban
sus intereses personales, no los de Cristo Jesús. ¿Se en-
contrarán otros pastores que, sin buscar sus intereses
personales, busquen los de Cristo Jesús? Los hay, sin
duda, y los encontraremos, porque ni faltan ahora ni
faltarán nunca.

Responsorio

R. Por medio de Cristo tenemos confianza y seguridad
ante Dios. * Él nos capacitó para ser ministros de
la nueva alianza, la cual está fundada no en la letra,
sino en el Espíritu.

V. No es que por nosotros mismos tengamos capacidad
para atribuirnos algo a nuestra cuenta, como prove-
niente de nosotros, sino que nuestra capacidad viene
de Dios.

R. Él nos capacitó para ser ministros de la nueva alian-
za, la cual está fundada no en la letra, sino en el
Espíritu.

ORACIÓN.

Oremos:
Oh Dios, has hecho del amor a ti y a los hermanos la
plenitud de la ley; concédenos cumplir tus mandamientos
y llegar así a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. Bendigamos al Señor.
R, Demos gracias a Dios.

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