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Oficio de lectura
LA INMACULADA CONCEPCIÓN
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Solemnidad

8 de diciembre

Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Celebremos a María, concebida sin pecado, y adoremos
a su Hijo, Jesucristo el Señor.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66]

HIMNO

Ninguno del ser humano
como vos se pudo ver:
que a otros los dejan caer
y después les dan la mano.

Mas vos, Virgen, no caíste
como los otros cayeron,
que siempre la mano os dieron
con que preservada fuiste.

Yo, cien mil veces caído,
os suplico que me deis
la vuestra, y me levantéis
porque no quede perdido.

Y por vuestra concepción,
que fue de tan gran pureza,
conserva en mí la limpieza
del alma y del corazón,

para que, de esta manera,
suba con vos a gozar
del que solo puede dar
vida y gloria verdadera. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 En su concepción María ha recibido la bendición
del Señor y la misericordia de Dios, su salvador.

- Salmo 23 -

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

Extiendes los cielos como una tienda,
contruyes tu morada sobre las aguas;
las nubes te sirven de carroza,
avanzas en las alas del viento;
los vientos te sirven de mensajeros;
el fuego llameante, de ministro.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 En su concepción María ha recibido la bendición
del Señor y la misericordia de Dios, su salvador.

Ant. 2 Dios la socorrió al despuntar la aurora; el
Altísimo ha consagrado su morada.

Salmo 45

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

"Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra."

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Dios la socorrió al despuntar la aurora; el
Altísimo ha consagrado su morada.

Ant. 3 ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de
Dios!: el Señor te ha cimentado sobre el monte santo.

-Salmo 86-

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas la moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
"Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tiros y etíopes
han nacido allí."

Se dirá de Sión: "Uno por uno
todos han nacido el ella;
el Altísimo en persona la ha fundado."

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
"Éste ha nacido allí."
Y cantarán mientras danzan:
"Todas mis fuerzas están en ti."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de
Dios!: el Señor te ha cimentado sobre el monte santo.

VERSÍCULO

V. El Dios todopoderoso me ciñe de valor.
R. Y me enseña un camino perfecto.

PRIMERA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo
a los Romanos

5, 12-21

Hermanos: Así como por un solo hombre entró el pe-
cado en el mundo y, por el pecado, la muerte, y, de este
modo, la muerte pasó a todos los hombres, dado que
todos han pecado...

(Porque ya antes de la promulgación de la ley existía
el pecado en el mundo, y sin embargo no puede impu-
tarse pecado si no hay ley; vemos, empero, que, de he-
cho, la muerte reinó ya desde Adán a Moisés sobre todos
los que pecaron, aun cuando su transgresión no fue en las
mismas condiciones en que pecó Adán, el cual era figura
del que había de venir.

Sin embargo, con el don no sucedió como con el de-
lito, pues, si por el delito de uno solo murió la multitud,
¡con cuánta mayor profusión, por la gracia de un solo
hombre, Jesucristo, se derramó sobre todos la bondad
y el don de Dios! Ni fueron los efectos de este don
como los efectos del pecado de aquel único hombre que
pecó, porque la sentencia que llevó a la condenación
vino por uno solo, en cambio, el don, partiendo de mu-
chas transgresiones, lleva a la justificación.)

...Así pues (decía), si, por la falta de uno solo, la muer-
te estableció su reinado, también, con mucha mayor ra-
zón, por causa de uno solo, de Jesucristo, reinarán en
la vida los que reciben la sobreabundancia de la gracia
y el don de la justificación.

Por consiguiente, así como el delito de uno solo atra-
jo sobre todos los hombres la condenación, así también
la obra de justicia de uno solo procura a todos la jus-
tificación que da la vida. Y como por la desobediencia
de un solo hombre todos los demás quedaron constituí-
dos pecadores, así también por la obediencia de uno
solo todos quedarán constituidos justos.

La ley, ciertamente, fue ocasión de que se multipli-
casen los delitos, pero donde abundó el pecado sobre-
abundó la gracia, para que así como reinó el pecado pro-
duciendo la muerte, así también reine la gracia dándonos
vida eterna por Jesucristo, Señor nuestro.

Responsorio

R. Por un solo hombre entró el pecado en el mundo
y, por él, todos han pecado. Pero tú * no temas,
María, porque has hallado gracia a los ojos de Dios.

V. El Señor arrancó tu alma de la muerte, y fue tu
apoyo contra tu adversario.

R. No temas, María, porque has hallado gracia a los
ojos de Dios.

SEGUNDA LECTURA

De las Oraciones de san Anselmo, obispo

El cielo, los astros, la tierra, los ríos, el día, la noche,
y todo lo que se halla sometido al poder y al servicio
del hombre, se congratulan, Señora, porque, habiendo
perdido su antigua nobleza, ahora han sido en cierto
modo resucitados por ti y dotados de una gracia nueva
e inefable.

Porque todas estas cosas estaban como muertas, al ha-
ber perdido su congénita dignidad de servir al dominio y
utilidad de los que alaban a Dios, que para eso habían
sido creadas; estaban oprimidas y afeadas por el abuso
de los que, servían a los ídolos, para los cuales no habían
sido creadas. Ahora se alegran como si hubieran vuelto
a la vida, porque ya vuelven a estar sometidas al domi-
nio de los que confiesan a Dios, y embellecidas por su
uso natural.

Es como si hubiesen saltado de alegría por esta gracia
nueva e inapreciable, al sentir que el mismo Dios, su mis-
mo creador, no sólo reinaba sobre ellas de un modo in-
visible, sino que incluso lo vieron en medio de ellas, san-
tificándolas visiblemente con su uso. Estos bienes tan
grandes provinieron a través del fruto bendito del vien-
tre sagrado de la Virgen María.

Por tu plenitud de gracia, lo que estaba en el país de
los muertos se alegra al sentirse liberado, y lo que está
por encima del mundo se alegra al sentirse restaurado.
En efecto, por el glorioso Hijo de tu gloriosa virginidad,
todos los justos que murieron antes de la muerte vivi-
ficante de Cristo se alegran al verse libres de su cauti-
vidad, y los ángeles se congratulan por la restauración de
su ciudad medio en ruinas.

¡Oh mujer llena y rebosante de gracia, con la redun-
: dancia de cuya plenitud rocías y haces reverdecer toda
; la creación! ¡Oh Virgen bendita y desbordante de ben-
diciones, por cuya bendición queda bendecida toda la
naturaleza, no sólo la creatura por el Creador, sino tam-
bién el Creador por la creatura!

Dios, a su Hijo, el único engendrado de su seno igual
a sí, al que amaba como a sí mismo, lo dio a María; y
de María se hizo un hijo, no distinto, sino el mismo, de
suerte que por naturaleza fuese el mismo y único Hijo
de Dios y de María. Toda la naturaleza ha sido creada
por Dios, y Dios ha nacido de María. Dios lo creó todo,
y María engendró a Dios. Dios, que hizo todas las cosas,
se hizo a sí mismo de María; y de este modo rehizo
todo lo que había hecho. El que pudo hacer todas las
cosas de la nada, una vez profanadas, no quiso rehacer-
las sin María.

Dios, por tanto, es padre de las cosas creadas y María
es madre de las cosas recreadas. Dios es padre de toda
la creación, María es madre de la universal restauración.
Porque Dios engendró a aquel por quien todo fue hecho,
y María dio a luz a aquel por quien todo fue salvado.
Dios engendró a aquel sin el cual nada en absoluto exis-
tiría, y María dio a luz a aquel sin el cual nada sería
bueno.

Responsorio

R. En verdad el Señor está contigo, ya que él ha hecho
que toda la naturaleza estuviera en tan gran deuda con-
tigo y con él.

V. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, * por su
grande piedad para conmigo.

R. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones.
Por su grande piedad para conmigo.

HIMNO FINAL

Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.

Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:

Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.

A ti la Iglesia santa,
por los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:

Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
Santo Espíritu de amor y de consuelo.

Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.

Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.

Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.

Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.

Tú vendrás algún día,
como juez universal.

Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.

Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos elegidos.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.

Sé su pastor,
y guíalos por siempre.

Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.

Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

A ti, Señor me acojo,
no quede yo nunca defraudado.

ORACIÓN.

Oremos:
Dios todopoderoso, que, por la inmaculada concep-
ción de la Virgen María, preparaste una digna mora-
da para tu Hijo y, en previsión de la muerte de Jesu-
cristo, preservaste a su madre de toda mancha de pe-
cado, concédenos también a nosotros, por intercesión
de esta madre inmaculada, que lleguemos a ti lim-
pios de toda culpa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. Bendigamos al Señor.
R, Demos gracias a Dios.

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