[Oficio de lectura] [Angelus] [NOna] [Vísperas] [Completas] [El Santo Rosario]
[Inicio]

Laudes
Martes
SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA,
obispo y mártir.
Memoria

Ignacio fue el segungo sucesor de Pedro en gobierno de
la Iglesia de Antioquía. Condenado a morir devorado por las
fieras, fue trasladado a Roma y allí, bajo el imperio de Tra-
jano, recibió la corona de su glorioso martirio el año 107. En
su viaje a Roma escribió siete cartas, dirigidas a varias Igle-
sias, en las que trata sabia y eruditamente de Cristo, de la
constitución de la Iglesia y de la vida cristiana. Ya en el si-
glo IV se celebraba en Antioquía su memoria el mismo día
de hoy.

Martha de Jesús+
1941-2008

Daniel +
1972-2001

INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
[Sal 94] ó [Sal 99] ó [Sal 66] ó [Sal 23]

HIMNO

Estate. Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.

Llévame en tu compañía,
donde tú vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía,
si tu vida no me das,
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.

Por eso, más que a la muerte
temo, Señor, tu partida,
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la imortal que tú das,
sé que alcanzarla no puedo,
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mí te vas. Amén.

SALMODIA

Ant. 1 Para tí es mi música, Señor; voy a
explicar el camino perfecto.

- Salmo 100 -

Voy a cantar la bondad y la justicia,
para ti es mi música, señor,
voy a explicar el camino perfecto.
¿Cuándo vendrás a mí?

Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa;
no pondré mis ojos
en intenciones viles.

Aborrezco al que obra mal,
no se juntará conmigo;
lejos de mí el corazón torcido,
no aprobaré al malvado.

Al que en secreto difama a su prójimo
lo haré callar,
ojos engreídos, corazones arrogantes
no los soportaré.

Pongo mis ojos en los que son leales,
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ése me servirá.

No habitará en mi casa
quien comete fraudes;
el que dice mentiras
no durará en mi presencia.

Cada mañana haré callar
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del Señor
a todos los malhechores.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Para tí es mi música, Señor; voy a
explicar el camino perfecto.

Ant. 2 No nos desampares, Señor, para siempre.

Cántico
Dn. 3, 26-27.29, 34-41

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu nombre.

Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros
y todas tus obras son verdad,
y rectos tus caminos,
justos todos tus juicios.

Hemos pecado y cometido iniquidad
apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.
Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.

Por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.

Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.

En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.

Por eso, acepta nuestro corazón contrito,
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados;

que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confía
no quedan defraudados.

Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscamos tu rostro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 No nos desampares, Señor, para siempre.

Ant. 3 Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.

Salmo 143, 1-10

Bendito el señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;

mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.

Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los monte, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.

Extiende la mano desde arriba;
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de las manos de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.

LECTURA BREVE

Is 55,1

Oid, sedientos todos, acudid por agua, también los
que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin
pagar: vino y leche de balde.

SEGUNDA LECTURA

De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir,
a los Romanos.

Yo voy escribiendo a todas las Iglesias, y a todas les
encarezco lo mismo: que moriré de buena gana por Dios,
con tal de que vosotros no me lo impidáis. Os lo pido por
favor: no me demostréis una benevolencia inoportuna.
Dejad que sea pasto de las fieras, ya que ello me hará
posible alcanzar a Dios. Soy trigo de Dios y he de ser
molido por los dientes de las fieras, para llegar a ser
pan limpio de Cristo. Rogad por mí a Cristo, para que,
por medio de esos instrumentos, llegue a ser una víctima
para Dios.

De nada me servirán los placeres terrenales ni los rei-
nos de este mundo. Prefiero morir en Cristo Jesús que
reinar en los confines de la tierra. Todo mi deseo y mi
voluntad están puestos en aquel que que por nosotros murió
y resucitó. Se acerca ya el momento de mi nacimiento
a la vida nueva. Por favor, hermanos, no me privéis de
esta vida, no queráis que muera; si lo que yo anhelo es
pertenecer a Dios, no me entreguéis al mundo ni me se-
duzcáis con las cosas materiales; dejad que pueda con-
templar la luz pura; entonces seré hombre en pleno sen-
tido. Permitid que imite la pasión de mi Dios. El que
tenga a Dios en sí entenderá lo que quiero decir y se
compadecerá de mí, sabiendo cuál es el deseo que me
apremia.

El príncipe de este mundo me quiere arrebatar y pre-
tende arruinar mi deseo que tiende hacia Dios. Que nadie
de vosotros, los aquí presetes, lo ayude; poneos más
bien de mi parte, esto es, de parte de Dios. No queráis a
un mismo tiempo tener a Jesucristo en la boca y los
deseos mundanos en el corazón. Que no habite la envidia
entre vosotros. Ni me hagáis caso si, cuando esté aquí, os
suplicare en sentido contrario; haced más bien caso de lo
que ahora os escribo. Porque os escribo en vida, pero de-
seando morir. Mi amor está crucificado y ya no queda en
mí el fuego de los deseos terrenos; únicamente siento en
mi interior la voz de una agua viva que me habla y me
dice: "Ven al Padre." No encuentro ya deleite en el ali-
mento material ni en los placeres de este mundo. Lo que
deseo es el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo, de
la descendencia de David, la bebida de su sangre, que es
la caridad incorruptible.

No quiero ya vivir más la vida terrena. Y este deseo
será realidad si vosotros lo queréis. Os pido que lo que-
rráis, y así vosotros hallaréis también benevolencia. En
dos palabras resumo mi súplica: hacedme caso. Jesucris-
to os hará ver que digo la verdad, él, que es la boca que
no engaña, por la que el Padre ha hablado verdadera-
mente. Rogad por mí, para que llegue a la meta. Os he
escrito no con criterios humanos, sino conforme a la
mente de Dios. Si sufro el martirio, es señal de que me
queréis bien; de lo contrario, es que me habéis aborre.
cido.

RESPONSORIO BREVE

V. Escucha mi voz, Señor, espero en tu palabra.
R. Escucha mi voz, Señor, espero en tu palabra.

V. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
R. Espero en tu palabra.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escucha mi voz, Señor, espero en tu palabra.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Todo mi deseo y mi voluntad están puestos en aquel
que por nosotros murió y resucitó.

Cántico de zacarías
Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Todo mi deseo y mi voluntad están puestos en aquel
que por nosotros murió y resucitó.

PRECES.

Dios nos otorga el gozo de poder alabarlo en este
comienzo del día, reavivando con ello nuestra espe-
ranza, Invoquémosle, pues, diciendo:

Por el honor del tu nombre escúchanos, Señor.

Dios y Padre de nuestro Salvador Jesucristo,
te damos gracias porque, por mediación de tu
Hijo, nos has dado el conocimiento y la inmor-
talidad.

Danos, Señor, un corazón humilde
para que vivamos sujetos unos a otros en el te-
mor de Cristo.

Infunde tu Espíritu en nosotros tus siervos,
para que nuestro amor fraterno sea sin fingi-
miento.

Tú que has dispuesto que el hombre dominara el
mundo con su esfuerzo,
haz que nuestro trabajo te glorifique y santifique
a nuestros hermanos.

Se pueden añadir algunas [Intenciones] libres
peticiones

Ya que Dios nos muestra siempre su amor de Padre,
velando amorosamente por nosotros, nos atrevemos a
decir:

Padre nuestro .............

ORACIÓN.

Dios todopoderoso y eterno, que has querido que el
testimonio de los mártires sea el honor de todo el cuerpo
de tu Iglesia, concédenos que el martirio de san Ignacio
de Antioquía, que hoy conmemoramos, así como le me-
reció a él una gloria eterna, así también nos dé a nosotros
valor en el combate de la fe. Por nuestro Señor Jesucri-
to, tu Hijo.

CONCLUSIÓN.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.

Donativos

Esta página fue digitalizada por
El Equipo de oficiodivino.com
oficiodivino@hotmail.com

En Twitter: @oficiodivinomx

En YouTube: oficiodivino

Si deseas ayudarnos:
[Tu ayuda]

2023

[Oficio de lectura] [Angelus] [NOna] [Vísperas] [Completas] [El Santo Rosario]
[Inicio]